Las relaciones básicas llegan a ser superiores cuando encuentran una identidad diferente de cualquier otra. De ahí, que los miembros de la relación etiqueten a la relación de enamoramiento, noviazgo o matrimonio. Nosotros la hemos llamado antes relación amorosa. El tiempo no es requisito para cada cual relación básica llegue a tal nivel superior, consideremos a valores superiores en tal relación. Ya habíamos tenido esto por cierto. Sin embargo, existe un riesgo pendiente aún: Al ser la relación básica superior, de valoraciones que trascendieron el margen de lo común, fija papeles en los miembros y, tales papeles, hacen indispensables las valoraciones y los afectos mutuos en la relación amorosa. Los miembros sienten, esta es una premisa consecuente de las valoraciones, reciprocidad; es decir, al haber una acción de uno de los miembros tiene que haber una reacción unívoca a la acción, en cuestión de valor. Sucede que la reciprocidad se hace calamitosa cuando los miembros le brindan espacio en todas las acciones, sin restricción. Ahí el preligro. Las acciones no pueden ser evaluadas todas en el sentido de esperar una reacción; pues algunas son insignificantes. Pero para los miembros, algunas veces, son muy importantes. El afecto y la reciprocidad, esperar la respuesta de la otra persona, se han hecho necesidades perentorias y unidireccionales. La relación ha alcanzado un punto de quiebre con las demás: es única y, por tanto, necesita de acciones únicas, en urgencia. Así lo creen los miembros. Porque las valoraciones han llegado a ser tan fundamentales que acarrean mucho afecto en su demostración (gestos, reparos, modos de hablar, comprensión, sinceridad). Aquí caemos, entonces, en el riesgo al no saber convivir con los afectos del otro miembro; pues no todos los afectos pueden encontrarse como únicos. Es más, los miembros encontraran afectos, valoraciones y sentimientos parecidos en demostración a los afectos únicos de la relación básica. A esta intolerancia (no saber convivir) por la influencia de las demás relaciones, principalmente básicas, se ha denominado y denominaremos como, los célebres: Celos. La principal consecuencia de las valoraciones de nivel superior. Es el tópico que trataremos.
En principio, los celos son una consecuencia fatal de la cuestión más inexplicable por nosotros, así quizá nos huela a cliché: El amor. Al haberse desarrollado los papeles de cada individuo, su representación es estricta. No hay otro actor para cada papel. En un inicio, al ver luz la relación amorosa, hubo un actor y, se supone, el mismo actor tendrá que protagonizar tal papel. Es ahí cuando el autoestima de los actores, los miembros en sus papeles, va ser enaltecida. Las clásicas demostraciones de afecto entre los actores tedrán como consecuencia a posibles ínfulas de ellos. No es reprobable que el papel enaltezca al actor; pero sí, que el autor cambie el guión. De pronto, ve que existen más papeles en la obra de la que es parte. El guión señala, quizá, el dejar al otro actor, o actriz, por un tiempo (Sí, sospechan en buen lugar; el guión es, en principio, la casualidad; posteriormente, es la situación de los miembros) y, asimismo, indica que existen algunos diálogos con otros actores. Pero no cualesquiera diálogos, sino algunos que tomen elementos –los miembros pensaban estrictos sus papeles (son las valoraciones que habíamos señalado anteriormente). El amor vincula fuertemente a las acciones y a los actores. Los miembros experimentan fastidio e intolerancia, porque ya se habían demostrado, mutuamente, correspondencia única y, con ello, habían exaltado sus papeles. El ser humano es artifíce de su individualidad; así este condenado a considerar a los demás, la misma relación amorosa lo ha hecho un poco egoísta. Le ha dado un papel o un lugar que es suyo; exclusivamente suyo. Por ello, finalmente, el amor suscita los celos.
Los celos son esa manifestación de fastidio. Es propio del amor mismo. Ahora bien, para ir avanzando con nuestro tratamiento, los celos pueden encontrarse exagerados. Hace algunas líneas habíamos afirmado que la autoestima es exaltada mutuamente entre los miembros. No obstante, ya habremos colegido que la autoestima, autovaloración individual, se inhibe en la relación. Aclaremos, entonces, que la autoestima ya existía antes de la relación amorosa. Por tanto, cada individuo se valora a sí mismo en un grado diferente. Por ello, lo celos también obedecen a las características de los individuos, en general en todas las relaciones básicas.
A esta idea, le es siguiente otra: los celos se deforman cuando la autoestima de cualquiera de los miembros cae en exageración. Cuando alguien, en primer lugar, se desestima –autoestima baja– ocurre que no tiene fe en sí mismo. Ergo no va estar seguro del papel que realiza. Tendrá miedo de otros actores; pues piensa que otros actores sí podrían estar seguros del papel que tiene tal actor. Pero este miedo no se manifiesta como el de alguien indefenso y desapropiado de autoestima; sino de alguien fuerte para muchos otros actores. Este es el caso más frecuente. Tiene su explicación en otro tópico: Elección de los miembros’. Ahí ocurre el fastidio imponente en la relación; dicho de otra manera, el miedo se hace coloso y crea problemas en la relación. Los desacuerdos, las discusiones, las exageraciones, las desconfianzas hacen tambalear la relación amorosa (efecto trágico de los celos). Cuando alguien, en segundo lugar, se estima demasiado no tiene siquiera por qué considerar a otra personas que no sean ella misma. Por lo tanto, jamás se preocupara por la influencia de otros actores sobre su papel. Los celos no parecen existir en este individuo hasta que llega el actor que afecte directamente a él. No al otro miembro, sino a él. Alguien que ha sido capaz de negar el éxtito del sobreestimado. Los celos se presentan enfermizos y descabellados porque no parecen tener mayor peligro para el papel del sobreestimado en su relación amorosa. Es ahí, reconozcamos, que se suscita la competencia por el ego despilfarrado. Celos deformados por no tener dirección en su presunto origen que fue el amor al otro miembro; sino por tener su dirección hacia el amr a sí mismo.
Sin embargo, para los extremos existe el medio. Siempre los miembros tratan de ir hacia él. Así como, siempre caerán en los extremos. La estancia en los extremos debe ser breve. ¿En qué consiste el punto medio de los celos? Es la manifestación natural del amor al otro miembro y el amor al propio yo, autoestima (a grandes rasgos ya como conclusión de lo esgrimido). Pues, cabe recordar, la relación amorosa va corresponder a los miembros pero no los va eliminar. Siempre van existir por separado y habrá ese afecto por sí mismos. Que aparezcan contendores no es exageración. Tampoco que compitan. Pero sí que intentan hacer de la competencia un gran acontecimiento. La competencia debe ser latente, sin mucho revuelo y con honestidad. Asimismo, la preocupación por el otro miembro debe ser efecto de lograr la comprensión de ambos. Y no los desacuerdos. Tender hacia el punto medio implica todo lo señalado en este párrafo. Para terminar, el fastidio siempre existirá en la consciencia y el pensamiento de los miembros, lo importante es que este se convierta cariño cuando depuremos la situación: "El final de la relación amorosa llegara así hayan celos o no y la eternidad de la relación amorosa llegara en el punto medio, con algo de fastidio pero con mucho de idilio y sueños“".
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’Los individuos actualmente se sienten atraídos por otros, entre otras cosas, porque los encuentran especiales. Desde luego, si un individuo va corresponder a otro, el individuo verá al otro como alguien difrente los demás individuos, en principio. Todo esto ya es otro asunto más delicado.
’’Acotación resultado de nuestro romanticismo para con el tema; después de haber tratado el tópico imparcialmente. No nos culpemos por ello.