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Reminiscencias de todavía

Nunca hoy

Una alegría, una pena

La relación amorosa es una relación de interacción, acciones realizadas por un miembro y por el otro miembro de la pareja, en el cual dos individuos comparten una afección muy propia. Los dos miembros, denomináse enamorados a estos, se preocupan en perpetuar, desarrollar el vínculo, es decir la afección, que los une y los mantiene en constante comprensión del uno y del otro. Más allá de los gustos implicados y de los caracteres propios de una relación amorosa (ya que una relación guarda características muy íntimas porque esta formada por personas distintas de las demás personas), existe un rasgo en común en la mayoría de las parejas, al menos en la actualidad. La relación, como tal, está forzada a circunscribirse a un contexto social. De ahí se desprendesn dos implicancias. Primero, la pareja en conjunto tiene que compartir amistades porque la inserción de los miembros por separado en una hurdimbre de relaciones (tales como amistad, compañerismo, sociedad, filialidad familiar, etc.) no tiene que verse afectada por la relación amorosa; debido a que no es el fin de una relación el de desvincular a sus miembros, tengáse por incluido a la amistad, de las demás relaciones; sino que más exactamente es, como ya se ha dicho, perpetuar lo que une a la pareja. Segundo, por la misma razón que por la anterior implicación, cada miembro por separado tiene que procurar desarrollar, mantener las demás relaciones . Es en esta útlima implicación en que la pareja corre un riesgo: la pérdida de la afección compartida; dicho de otro modo, aludiendo a un término más sencillo, la pérdida del amor.

La amistad es una constante peripecia. Cuanto más sólida es la amistad más ardua y extensa es la peripecia. Ahora bien, es una peripecia porque la amistad es un conjunto de experiencias que se van compartiendo, no en una correspondencia tan demarcada como en el de la relación amorosa, con un final nada presagiable; es más como una aventura que es causada por las curiosidades y el suspenso de ambos miembros, a los que se denomina amigos. En esta aventura se están conociendo constantemente y en tanto la curiosidad se hace más intensa, la aventura será más emocionante para los amigos.

Todo enamoramiento, llamese propiamente a la relación amorosa, ha sido posterior a una amistad entre los enamorados. Más aun, la amistad ha sido un antecedente importante del enamoramiento. En tanto la amistad como peripecia ha llegado a tornarse muy extensa y ardua es que el enamoramiento se vuelve una consecuencia directa del antecedente. Es por ello, que cualquier amistad tiene como posible consecuencia un enamoramiento.

Las personas cambian de inclinaciones y de intereses a medida de que pasa el tiempo. El contexto de ocupaciones de los enamorados cambia también. Con todo ello, los intereses de los enamorados cambian y suscitan que ellos encuentren, así no lo busquen voluntariamente, por separado lo nuevo, lo que en ese futuro los inquieta, en otras amistades. Además, el que la amistad sea peripecia hace que los amigos no se den cuenta del hallazgo, ni causa la búsqueda, de los mencionados intereses.

En conclusión a lo argumentado, se llega a lo anteriormente afirmado: la relación amorosa está en peligro porque así como se inicio es que puede terminar. Muchas amistades pueden arrebatarle el título de enamoramiento. Todo esto es semejante a lo que pasa con el ser humano. Existe un gran número de prosibilidades de que el ser humano encuentre su muerte, término. Sin embargo, estas posibilidades son también engendradoras de otras vidas, en el caso del enamoramiento: de otros enamoramientos. En otras palabras, de la misma manera que se puede perder la vida; el amor se puede perder.

Escrito sin letras

Hay veces que no sé que escribir
como ahora que no encuentro las letras
sino que las letras parecen perseguirme, me llaman
temerosas de que jamás pueda seguir compartir con ellas lo que pienso.

Otras veces que no recuerdo, escribo porque la voluntad de hacerlo me anega
o porque alguien me mira y me enjuicia si no lo hago.
Bajo el yugo de la controversia y la paciencia se ciernen mis papiros extraviados
en lo profundo de mis ignorancias más sabias
Supongo que todas estas ideas van de la mano, del pie y de la cabeza
con el ritmo que ahora trepida en mis orejas
¿Suponer es un problema?
Depende de lo que se piense en atinadas o desatinadas posibilidades
Escribo y no siento ni calor ni frío, no me refiero a que siempre pase esto
existen otros momentos que mis ideas se van confundiendo entre las grafías de las paredes
de un baño.
En ese momento, el estío consume todas las letras
muchas quejas, por el calor que me arrebata, fluctuaciones impresas junto al lienzo higiénico que podría restregar los epitelios de cualquier nalga.
Como en ese momento, en ese se puede sentir calor.

De vez en vez, otras más que otras veces menos,
por el equinoccio, mire muchas cienes opacas
eran entradas por las que uno salía de las imensas lagunas que se espesaban en el lecho
de sus cabezas.
No recuerdo, será que también me ahogo entre las aguas de las lagunas, haber
tenido alguna laguna
En estas ocasión, sigo siendo prófugo de las letras
En esta vez, he escrito
algo
nada de lo que se me habría ocurrido en algún mayo
Ayer no hubiese escrito algo, hubiese escrito nada
no hay nada
nada hubiese escrito
nada es algo
hay que decir entonces que ayer no escribí

En esta vez, cuando ya casi no hay más que esta vez
termina la persecución
Estoy feliz de estar entre estas rejas
Encontre las letras.

Dedicatoria a ninguna

A veces soy victimario de la astenia de tu vagina. No puedo entender que no me comprendas. Que siempre me digas que solo te acuestas conmigo porque tus enaguas hicieron fundir la vegetación de tu monte. Qué creiste, acaso pensaste que siento nada más que cuando estoy mordiendo esa presunta inocencia mojada entre tus piernas. Cómo crees. No lo hago con cualquiera, lo hago después de tomar grandes resoluciones. Porque si solo fuera por lo que estás pensando ahora no dudaría en masturbarme y sentir como mis pulmones se exprimen, como mis piernas tiritan. Es asqueroso tener sexo con mi soledad, ya que ella tiene la bulba emparentada con el pene del herpes más maligno. Me quedara siempre está tortura. Lo prefiero así a que aguantarte una vez más mientras te haces la cándida, porfiada amasia pública, repitiendo tu popular frase: "Me haces sentir una mujer llena de deseo y efervescencia". Lo dices poniendo tus ojos envilecidos, ambiciosos, ¿verdad? Pero ya que te interesa. Hace mucho que te fuiste, ya no me acordaba más de ti, ninguna. En esta noche jadeante, en la que yo me veo más deseoso que ningún otro de cualquier clítoris, me aferro a mis recuerdos contigo en los cuales la yasija venusta de tus labios verticales me decían con un profuso encierro que me quede toda la noche, mujer ninguna. Como quisiera que me saques de esta ansiedad lastimera, que me digas donde estás; todavía recuerdo tu perfume –mezclado con mis efluvios seminales hacían una fragancia propia de nuestra escena– mil revuelcos en esa cama en la que ahora no estás. En la que sólo está mi soledad, vestida con una largo hábito trasparente, con su crucifijo colgado de uno de esas prominencias rosáceas de su pecho, acariciando los confines de mi cuerpo y sobándose los labios con los dedos erguidos. Tengo miedo de caer una vez más en su fosa mortuoria. Es inútil no hay ninguna.

A París, duermo

Siempre cae el atardecer; detrás de él, el cielo se colorea de gris
miro alrededor de mi habitación
deslizo mis dedos sobre la sabana añil
intersticio, río, de extrañeza parezco sentir
a veces no te veo cuando tú no me ves
a viernes debí llegar sin esperar que fuese jueves
en esta día que no es de día
en este rato que no estás a mi lado
en esta vez
te veo
y tú no me ves
Estas ahí parisina, canícula mía
esperando a que sea mañana, tal vez
en ese lecho, cómo no en mí pecho
aún no
porque te veo y tú no me ves
Estamos distantes, lo sé
La distancia nos junta, nos aduna
Te estiras y sonríes, así es
con las pestañas algo moribundas, te acomodas
Yo sigo en hondas visiones
no puedo dormir
te amo con mucho sufrir
me alegra eso
estoy soñando
Te veo y no me puedes ver, así quisieras
soñar en mi sueño, no puedo
adorar ahora a esta hora
besar sin alejar al viajar
tus muslos aceitosos y placenteros
me podría dejar embestir por ellos
con violencia
me haría el sonámbulo y disfrutar un sueño en mi sueño
para que me veas
sin sueño
no me ves
yo te veo
un sonido, de repente
un día de día
al rato, despierto, atado presente
no estoy
me ves y no te veo

Ensueño

Pesadilla, pesadilla. Algunas veces suele aparecerse cuando no hay nadie a mi alrededor. En el nefasto vacío de mi cuarto; se multiplican imágenes con vertiginosidad, cada imagen refracta muchos sonidos. Gritos, chillidos inhumanos, se producen en ecos sin ninguna más superficie causante que la de mis tímpanos. Siempre me ocurre con casi algo de frecuencia que muchas veces ignoró. Me he despertado hace poco y de nuevo tuve ese sueño violento de percepciones macabras, expresiones exageradas: una mueca suspendida en el tiempo y en el espacio, dos sombras persiguiéndose la una a la otra, sin poderse alzanzar hasta que se produce un resquebrajamiento tenso en mi cuello; pues trato de despertar pero no puedo. Mis párpados aprietan enérgicamente mis ojeras y desorbitan mis pupilas. Por más que intento no puedo moverme, parece como si alguien o algo me sujetaría. Es más fuerte que yo, que cualquiera. Mi vista examina mi habitación; todo esta en orden, se supone, pero entonces la radio se enciende, tengo una radio junto a mi velador, y los sonidos son emitidos a través de los parlantes de este artefacto; se alza el volúmen hasta grados insostenibles. Mi cabeza se trortura y con rapidez dejó el lecho involuntariamente para elevarme y destrozarme contra el techo en un segundo, de golpe.
Estoy algo habituado a estos resquicios de inframundo en mi mente mientras duermo. Lo difícil es volver a recuperar el sueño, las ganas de poder seguir pernoctando. Pero hay dudas: ¿Sigo durmiendo ahora que estoy escribiendo? ¿Esto es vida o es sueño? ¿Pesadilla o buen pernoctar? ?¿Qué es ese sonido? ¿De dónde viene ese bullicioso silencio?... Pesadilla, pesadilla. Algunas veces...

Me alejo luego, quizás, me alegro

La inclemencia con que puedo pensar y actuar suele verse atiborrado de energumenos pensamientos. Muchos de ellos son para agilizar los planes apriori; pero hay que reflexinoar acerca de lo que implica esto. Es mediata la aplicación de esas acciones, por ello es que se tiene que estar sentado en algún pasillo, parado en una cola, en medio de la nada y de lo todo, sin poder abrir la boca y comunicar lo que pasa, se sufre de afasia de seguro. Espera es muy concurridamente connotado como un muro que se debe atravezar para llegar al otro lado, para llegar, regresar, para llegar a la meta. Sin embargo, yo he encontrado una connotación, como los existencialistas, que la espera es un muro que nos permite ir hacía el vacío. Vinculando una serie de acontecimientos recientes, es que me atrevo a realizar tal aserto. Naturalmente, los existencialistas dieron cuenta de que el hombre no puede estar seguro de nada, solo puede estar en demasía seguro de su muerte. Aquello es verdad. Cuando la vida se inicia indefectiblemente tiene su fin en la muerte, pese a que ahora se estén realizando esfuerzos casi inhumanos para poder trocar ese fin. De manera semejante, yo me permito barruntar que detrás del muro, también sostengo que va existir el vacío pero con una mediatez menos exigua, hay una especie de rincón apartado del mundo. Y que hay un sinúmero de alegrías propuestas para mí en ese rincón. Ahora, mi atribulación consiste en que me es dificultoso dejar atrás el muro con todo el mundo a su rededor. Tengo que aceptarlo, hay que visitar ese muro al menos por un tiempo lo suficiente como para poder esperar otro muro en el que pueda proponerme una alegría auténtica. Estaré presto ha mudar cuánto antes mis cosas hacía ese rincón para desde ahí, al menos, poder seguir escribiendo.

Sobremesa de computadora

Esta semana está pasándose rápido, pese a que lo debería sentir. Tan rápido se me iba ella que me anime a postear algo personal, dicho de otro modo voy a hablar de mí y no de otras cuentos o versos que me hacen deambular.

En la universidad los preparativos para el fin de parciales se avecinan con mucha prisa. Así como la gente se encuentra repasando por los pasillos de la facultad a modo de emergencia, de simulacro o, quizás, apocalipsis. La verdad es que no tego tiempo ni para hacer eso: apenas llego mi muy poco cálculo de tiempo me posibilita, con tropiezos, a lo mucho ir a vaciar mi vegija a través de los esfínteres en el baño. Posiblemente, por eso, también, no me había animado a escribir algo ciertamente reflexionado.

Y Jol ¿Qué planes para el fin de semana, tú también tienes que empezar el sábado con el pie derecho? Yo diría, más bien, que voy empezar con el brazo derecho porque estoy dispuesto a empinar el codo y dejarme llevar por la soporíferas ganas, tal es el adormecimiento. Por ello, es que ahora soy algo responsable de la convocatoria de unos amigos con el fin de compartir experiencias, nada qué hablas es solo pretexto, y poder llevarnos un vaso de cerveza adentro.

¿En dónde se van llevar a cabo los hechos? La lista que estoy realizando es para una concurrida discoteca de miraflores, hubiese preferido que fuera en otro distrito, cuyo nombre prefiero dejar en el anonimato; puesto que existen remotas posibilidades de lectura por aquí. Supongo yo, no eciste ningún incoveniente para tal reunión.

¿Te sientes a gusto realizando la convocatoria? Uhmmm, pues no podría responder esa pregunta aún, ya que no termino la convocatoria, me falta hacer una que otra llamada. Pero hasta la fecha, oe solo han pasado horas, es un verdadero fastidio. Tengo mis dedos tatuados por los números de tanto marcar. Espero acabar hoy. Tengo que tener concluída la lista para hoy. Este día será el más largo de todos los días de la semana.

Este... No tengo otra cosa que preguntarte. ¿Vas a terminar de escribir ahora? Si ya no tienes más preguntas que hacerme entonces me dedicare a un ensayo. Ha sido un placer haber sido entrevistado por ti, viejo socio.

Por favor , el gusto ha sido mío. Termino de hacer las preguntas y de responderlas... en definitiva, así concluye mi entrevista a mí mismo. Por favor, insisto a ti mismo. Está bien a mi mismo.

Oleada alienada


"El amor es una línea. Una sucesión de puntos trazados sobre el plano
de la existencia. Imposible saber en qué punto empieza, en cuál
termina, cómo independizar un segmento de otro si todo parece
ser un único trazo continuo. Al azar con los ojos cerrados, dejo caer
índice sobre un punto cualquiera de la línea.
cae en los seis meses cumplidos en Busardo. ¿Puede ser ése
un comienzo? Es probable. En todo caso, al igual que todos
los recuerdos, ése también era vago, cubierto por una inevitable
neblina, sin contornos, con apenas un objeto sólido recortándose en
medio de lo difuminado: el sol."
Iván Thays, El Viaje interior




"Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhoaaaaaaa" – reverbera durante bastantes minutos en los oídos de Sebastián, el sonido lo atrapa en las viejas paredes de la casa de su tía Marcela. Sus tímpanos hacen de espacio golpeado por las resonancias de las voces. Los ruidos abandonan sus pensamientos, las imágenes se rezuman entre las agrestes fibras capilares. Los sonidos se semejan a los que uno siente después de haber sido fulminado por un sonido de alta intensidad y suprime todos los demás por la incapacidad de distinguir entre ellos. El tiempo pasa...
–Esto se está empeorando, no puedo seguir, ahora ella...
El viento se pasea por la ciudad arrastrando con él todo el poco barlovento extinguido del hogar de donde provienen los humos impuros, contenidos de nicotina, hedor, suciedad, polvo y cuanto desperdicio gaseoso se levite para acabar entre las poco altas cuasinubes. Los truenos son angustiosos y discontinuados huéspedes en la casa de este cielo grisáceo percudido por todo tipo de manchas. Los arco iris son desquiciadas curvas por estos lares, los posibles psiquiatras para arreglar el asunto podrían ser pinceles provistos de acuarela y el ingenio de un gran pintor. Una oleada incolora se precipita en picada, se estrella con, al parecer, un pasadizo serpénteante.
–Te miro y poco puedo hacer; que tanto podrías estar conmigo, amor –acaricia sus hebras con los labios, suavemente, casi como un escultor a su más grande obra maestra.– No puedo porfiarme menos, te tengo y pierdo cualquier momento por volver a saberlo –ahora traslada su boca a la boca de su compañera, sus manos juegan a las escondidas con el torso descubierto de ella.
–Sebas, realmente tanto puedes decir, realmente, me conmueves; no comprendo como puedes decirme eso. Te recuerdo que no es mucho el tiempo que estamos juntos. Pero yo también te quiero, siento que te necesito para cualquier cosa, Sebas – su voz es una alondra en su vuelo que planea con grandes piruetas y musicaliza a Sebastián. Brenda se defiende del ambiente con un camisón crema largo que logra tapar el inicio de sus jeans azulados.
–Es verdad, que mierda me estará pasando, pero es lo que en este momento siento, Brendita; más bien, cuánto tiempo seguirás acá por el barrio. Ya es tarde tus viejos te deben estar llamando –él se distiende con la cabeza caída a la expectativa del reloj en su muñeca izquierda, preocupado; no evita una zozobra instantánea anunciante de la despedida.
–Pucha, es cierto, hoy tenía que ayudar a mi hermano en unas tareas que le han dejado en su cole. No hay de otra, Sebitas. Mañana te llamó en cuanto pueda, porque antes tengo que recoger unos documentos al Bellas Artes y para lo que te había contado ayer.
–A ¿sí?, verdad tienes que presentar eso en el taller para que te acepten en el taller de grabado.
–Sí, ya pes, entonces nos vemos mañana –abandonando las nativas de su territorio corpóreo, pero besándolas; levanta la vista, antes estaba mirando el reloj de Sebastián, y se acerca tiernamente a los oídos de él, musitándole con la voz virulenta de brevedad.– Oye, amor, mientras te vayas de mi lado pintaré otros cuadros, espérame –lo besa con atrevimiento, rasgando su epitelio a con los caninos y gira en su sitio; apresuradamente, se despide con un chao y abandona el pasadizo, un pasaje rodeado de bastantes casa pequeñas coloridas de los arco iris cuerdos, dirigiéndose hacia la boca del cruce del pasaje con una calle y otros dos pasadizos.
Los jóvenes tendrían unos veintitantos eneros; se habían conocido en la universidad de Holistica, quedan a pocos minutos del barrio donde viven. El distrito donde viven se caracteriza por los enormes algarrobos en su avenida principal, "Octava Avenida", a su vez los jardines sembrados al pie de esos árboles adornan alegremente las bancas entrecruzadas de las veredas aledañas. Tanto Sebastián como Brenda habían crecido todas sus vidas en ese distrito pero hasta no encontrarse en la universidad permanecían distanciados por el desconocimiento. Se engendraba una multitud de ciclistas por las vías de la berma de la avenida principal. El motivo parecía ser el aniversario del distrito y las celebraciones ya no se hacían esperar. La gente convidaba en grandes reuniones en las iglesias, los clubes, las casas. Tiempo de fiesta que pasó rápido para Sebastián. La producción de su novela atareaba su tiempo.
Después de bastantes lunes de concluida la novela, Sebastián se encuentra con un suceso desgraciado.
–Cómo pudiste olvidar el encargo, Oscar; acaso no te has percatado que hace semanas termine el libro y necesito publicarlo cuanto antes.
–La editorial no quiso aceptar las negociaciones que habíamos pactado, Sebas. No podías insistir en seguir con esa oferta que te hacía; no ganaríamos nada ni con la venta de mil ejemplares, entiende.
–Yo creo que ganábamos un poco; yo solo quería reproducir mi obra en otras ediciones, que puto eres, acaso pensabas que iba a ser tu gallina de los huevos de oro.
–No cojudo, ya cálmate –enterrando la mano en el bolsillo derecho de su chaqueta negra, saca una cajetilla de cigarros; hace sobresalir con los dedos dos cigarros, acercándole la cajetilla le invita uno de los filtros.
–No quiero, gracias te faltan, imbécil –al terminar el último silabeo la sáliba es expulsada en un mediano escupitajo; cae con violencia en el rostro del otro– qué carajo te has creído muy cretino.
–Si vas a seguir así, y no te, calmas no veo el porqué de continuar con esto; se acabo entonces nuestra sociedad está deshecha, consíguete otro representante, idiota.
–Anda lárgate de una vez que pierdes la oportunidad de mantener un rato más tu cara –con los ojos estrellándose, como dos proyectiles a quemarropa, en la sien del otro.– vamos cobarde que esperas.
Oscar suelta una carcajada antes de irse y dejar hablando a Sebastián; estaban discutiendo por los jardines de la iglesia distrital. Sebastián recoge el cigarro ofrecido por Oscar; terminó ahí luego de una bofetada a la cajetilla. Ya era tarde en ese momento, el sol de primavera se encontraba en su equinoccio más tardío; se dirigía nadando entre las nubes, reptadas por los vientos. La noche hacía su llegada, una vez más, como algunos lunes rejuvenecidos por sortilegio extraño. Los grillos se ocultan saltando entre los arbustos de cipreses del barrio de la octava avenida. Las tórtolas abrigan sus nidos con cantos dulces de aire nocturno. Crepitándose la nicotina en el extremo del cigarro se transforma en viento ruin y nebuloso; parte de la cercanía de una rama y se eleva con la respiración de Sebastián. Tantas jodidas hojas avance durante cerca de seis meses, casi año y medio –habla en su cabeza con el apremio de comunicarse con su conciencia.– He tolerado esta semana de infierno: mis viejos jodiendo, mis hermanos en México, la universidad jodiendo, porque aún no pago la deuda que debo. Qué mierda, como quisiera un incendio. –Termina ese pensamiento y guarda silencio; cruza la avenida, ahí estaba la iglesia, para ir a su casa. Avanza unas cuantas cuadras, unos cuantos faroles sostenidos por postes de concreto, añiles de tanta noche y fracaso en pie.
Corre sin tropezar ningún mueble por el estrecho corredor hacia su habitación. Abre el cerrojo, avista sus cosas, cierra la puerta de un tirón de mano, de una chachetada derrumba algunos adornos de su velador, se tira en su cama y se ahoga entre sus sabanas y lágrimas. Los cabellos castaños están desperdigados por todo la almohada tales feroces víboras que hacen de ella, por un momento, una gorgona. Los quejidos son acompasados a los duros ecos del aire comprimido en los enseres de su habitación. Brenda es ultrajada por el sufrimiento.
–No puede ser que este pasando esto; por qué él, quién pensaba que él podría hacer semejante mierda, ¡Carajo! No le encuentro sentido, no es lógico. Asesino a ese hombre en el parque, ¡nooo! –trémula, grita furiosa y sola, araña la almohada y las sabanas en su sesga incredulidad.

Sebastián no puede dormir la noche en que supo lo de la Editorial. Siempre quiso que su primera obra estuviera editada por ella. Estaba encerrado en su cuarto, mirando al techo. Al fin, triste y amargo a la vez. Por más que intenta sus párpados están más livianos que un globo de aire. Se cobija con sus sabanas aterciopeladas, volteándose de un lado a otro por casi toda la víspera del nuevo día. Con los ojos muy carmesíes, se levanta, se pone las sandalias y va hacia el baño. Se mira al espejo y observa como las venas de los ojos están hinchadas y relevantes. Enjuagandose, se pasa el cepillo por la boca. Sale, regresa a su cuarto. Se viste inmediatamente, aún es muy temprano nadie se ha levantado. Abre la puerta principal de la casa. Después de varios árboles abandonados, Sebastián se topa con Brenda que parecía ir a la panadería como todos los martes a las 7 de la mañana.
–Hola amor, por qué tan temprano por aquí –le dice Brenda luego de un beso corto de saludo– qué pasa te ves cansado.
–No pasa nada amor, solo que recibí algunas noticias de Oscar ayer, por la tarde –con voz dudosamente firme, quiere ocultar lo sucedido.– Ya te veo más tarde, amor, ahora estoy un poco apresurado.
–De veras –lo dice con un tono serafín pasando la mano derecha por los cabellos de él, semejante al canto de una niña preciosa pidiéndole a su padre un obsequio.
–Sí, más tarde. –Sin ningún beso, solo con la mirada devuelta, Sebastián se retira del cruce del pasaje con una calle y otros dos pasadizos.
No puede dejar el paso apurado y de distingue de las demás personas concomitantes a su recorrido. Usurpando la dirección de los autos de la avenida, deambula sin partida ni retorno pensando en lo que ha pasado. A la par con su sombra siguiéndolo celosamente. Sebastián se da cuenta de esta persecusión e intenta escapar. Corre, salta, se agacha, pero la sombra sigue corriendo y saltando con él. Camina en círculos, se arrima a las paredes, se sube a varias bancas pero la sombra no lo abandona. Irreflexivo, Sebastián no tiene escape alguno. Varias personas observan las acciones de él. Algunos se alejan, otros se quedan viéndolo, muchos otros siguen su camino a seguir a sus sombras y no escapar de ellas. Así, parecen haber pasado cerca de cuatro horas en la lucha por escapar de la sombra. De paso por los columpios de uno de los jardines más grandes del distrito. Sebastián, luce una sonrisa asustadiza, tiene los ojos muy abiertos, las manos temblando con el viento encadenándolo, las zapatillas sepultadas por la arena del pasamanos. Está alegre porque su sombra ha desaparecido y ahora solo ve en su lugar a un enorme dibujo negro con cuadrillas y un cuarteto de pilares. Habiendo escapado de su sombra se queda inmóvil en uno de las rocas de la arena. Unos niños jugaban en el pasamanos; alegres iban y venían jugando, corriendo. Sebastián, el sudor ha salado todos sus cabellos y la tez de su rostro está colorada y accidentada por toda la huída, ignora todo y no piensa nada. La vacuidad en su cerebro inexplora cualquier otro recuerdo, explora todo un gran olvido y solo lo deja vivir su escape, su huída.
El sol arde con fuerza con el cielo algo azul. Es raro que el cielo se haya pintado de esa manera parece otra ubicación geográfica, en la que la oleada incolora resplandece con gran tonalidad todos los colores de la iris. Ahora más que nunca se distingue la primavera de este año de cualquier otro. La arena es removida en concoides espirales por el rededor de todas las estructuras. Mientras un rayo de sol incide casi ortogonalmente en los cabellos de Sebastián. Un cabello es bisecado en su última prolongación de raíz. Lentamente, la estructura sobre el suelo parece moverse y de ahí parece quedarse la sombra de Sebastián. Este duerme por el cansancio y el trasnochar pasado. Una persona, algo mayor, adulta, por supuesto, camina cerca del pasamano. Se detiene y llama a uno de los niños que jugaban estirados. Cuando la sombra de la persona se confundió con la sombra de Sebastián por la inflexión de los rayos del sol. Él despierta tranquilamente aguarda la mirada en para ver si sombra lo ha encontrado. Se agobia porque esta ahí de nuevo, lo ha seguido, ya no está fuera de su alcance. Mira a la persona y son su ceño fruncido se dirige súbitamente.
–Te atrape sombra del demonio. –cogiendo fuertemente el cuello de la persona, que era un hombre de unos cuarenta años, estaba con las brazos extendidos para recoger a su hijo.
–Qué suc...e...de.e. –lo dice entrecortado con el aire faltante para terminar su interjección– suélteme muchacho que le ocurre.
–Por fin oigo tu voz de anciano, sombra cretina, si tanto quieres que te suelte, ya está pues –energúmeno e irreconocible con las pupilas tensadas por la fuerza de una iris sobresaliente y maltrecha.
–Cálmate muchacho que ocurre –lo dice asustado por la vehemencia inexplicable con que fue arrollado; los niños ya están llorando y no saben que hacer, en especial el hijo del hombre.
–Jajajaja!!! Ahora me restas años sombra de mierda. Te destrozare la clavícula para que nunca vuelvas por mí y me dejes solo. –En acto rápido, con una fuerza descomunal, lanza una bofetada acompañada una dura patada en el estómago al hombre que apenas se puede defender. Las manos sujetan la mandíbula del hombre, Sebastián abre los maxilares de, ya, su víctima hasta resquebrajar la unión de los huesos de la mandíbula. La sangre brota violentamente en chispazos rápidos por todo el contorno de viento en el lugar. Los quejidos de dolor del hombre son estruendosos y empiezan a alarmar a las persona más cercanas al parque. Ya muchacho suélteme, por favor, muchacho....ooooo!!! Noonono!!!! Auuuuuauuuu!!!!! –poco puede proferir en cada grito el hombre que es silenciado ante el desprendimiento de su paladar. Dedos cortantes y filudos producen llagas profundas en la lengua y los labios. Muchas personas acuden ha detener el funesto logran hacerlo y Sebastián se desprende de todos los brazos con absoluta demencia. Corre lloroso sin rumbo otra vez con el polo desgarrado y los pantalones deplorables.

Llega a una casa conocida. Era la casa de su tía Marcela. Entra por la puerta trasera, estuvo abierta. Va hacia la pared se pega tenazmente a esta y llora amargamente. Un sonido se presenta en sus oídos pero no en el ambiente más bien hay silencio. La reverberación se produce.

–Ahora qué ya no hay sombra que valga, no hay nada, nada, nada, nadaaaaa; jujejujujuju –trinando los dientes– jajaja ahora qué vas hacer sombra ya no hay luz, ya no hay luz.

El sol arde, de repente, haciendo incidir un rayo único en la pared. Se ve una sombra que ya no se mueve con Sebastián; pero es igual a él y saca una hoz de su espalda y, se ve en la pared, que lo hace caer violentamente sobre el cuerpo de Sebastián. Un ciprés es abordado por la fragancia silvestre del algarrobo rayano. Las hojas dejan caer gotas dulces en las bancas del barrio. Los setos abrigan jubilosamente los jardines de la avenida principal. En el pasadizo, la oleada incolora abandona su paso y se junta con el cielo para que se torne grisáceo de nuevo.

Adagio por un sufismo

"Rayano extraviare mi cabeza, arcano confundire la vileza"

En tu sueño, mi insomnio




Estar despierto mientras contigo duermo
a cierto espacio tuyo
envuelto en tus brazos tiernos
mis ojos se resbalan por tu rostro
se precipitan suavemente por tu cuello
de lábil piel a mil por cada tejido
se avecinan fielmente a la curvatura de tus senos
se quedan un momento
en la parte más aguda y guardan silencio
siguen bajando y se encuentran con tu ombligo
enserado por mi saliva, se distingue por su encierro
Los ojos, más tarde, se pierden entre las vellosidades
de las tímidas excentricidades de tu cuerpo
la gravedad y mi ansiedad aceleran el rumbo
los muslos acarician las corneas
segregan besamel y las cubren con el velo
El vericueto más hermoso termina en tus dos miembros cercanos al suelo

Canícula hermosa, al dormitar esclavizas mi sueño
en tu prisión
en tu sueño
los ojos están idos por el término
mis labios, mis dedos, mis cabellos, mi pecho, mi espalda, mi todo, mi extremo
pasarán por las huellas de esos dichosos pasajeros
de tu cuerpo
los labios
serán los primeros
despierta
quiero besar tus ojos
para repetir juntos
nuestros besos, rededor de nuestros cuerpos

MINtiendo GIro eN Ti, ORIOn fragante

la música trepida lamentos ensortijados
ulcEras abundan
los cuadrados son atravesados uno a uno
dos a doS van y no vienen
en tres de a Tres por tres veces voltea los naturales enseres
vuestra vuecelencia adhiere los tímpanos a fístulas profundas
costra del ayer perdiO su líquido bermejo
mirando al cielo me encuentro a mí mismo
la música se sigue en sortijas Y entre las lágrimas
flatO repetitivo
dimanar amarillento
qué doloR al arder doliendo en: a mí no
las personas sIguen a través del camino
pensamieNtos
de ellos prófugo: yo no
qué piensAs
es cierto: quejas
no hay evasiva
aceptar
aNdar
olviDar
en un bar O un muladar
en este lugar
¿purgar a él?

cómo son los cuentos
pisadas rápidas por el deseo
desgarro, tal barro, cruento se refleja en paredes incoloras

ella estaba con él
y no te dijo nada
no, de hecho que no hizo nada
como que crees – lo decía, no soy yo, mirando el ceño del joven–
pendejo, sigues, traficas todavía
carajo se te ha pasado
verdad la cuenta... más allá hay una puerta trasera

de dos a dos decenas de segundo dos tipos saliendo
la cadena, de tres por tres no lees, se precipita en los ángulos ortogonales

no se acaba
ya calla, no hay respuesta
de uno a uno salen y se pierden detrás de odoríferos papeles en bobina
dos a dos los fluidos circulan imitando las concoides del perdido encuentro, al encontrarse se pierden
en tres de a tres por tres al revés encara un reflejo
instante mediato no se atasca aún
a tres minutos de las palabras silenciosas y excretadas
uno se sube la bragueta
Y las fístulas profundas se tupen entre las lágrimas

Paralelismo Biplanar


Contagiándose se dirige
me dirijo hacia él

Encrispados los ojos rutilan oscuridad, mientras los labios son dos espantos contra el odio
Estropicio, expoliación de seres
separan lo inseparable
la luz se acomoda en sus rostros
una amasia
ventosidades próximas a la luz
nosotros...


tal vez
qué piensa
qué me dira

Ella, arrebatamiento lujurioso
Él, espanto inesperado
él que lee pierde la iris
y gana cataratas
frotes musculares
él permanece inmóvil
ella se detiene
ellos, volanda
nosotros
¿Quienes?
yo no entiendo
porqué ese rostro de él
durante meses, sangro células muertas
vespertino rostro que no me dice nada

Él se aparta
tú eres homosexual
la sodomia, hiere conocerla

sacraMENSTRUACIÓN

Gritos
gritos
gritos
gritos

Del escalón traverso hierven muchas humoradas sangrientas

Rghhh
rghhh
rghhh
rghhh

La puerta averiada se encuentra desvencijada
en el tabérnaculo donde el onanista, descansa con una vela sujetada en la mano extra a la izquierda... uña aceitunada por ostias sucubas
La alevosía se esparce por todo el recinto; desdibuja los vitrales
diluyendo los colores en grises intensos
La cruz clavada en la pared gira sin sentido
el grito permanece refractándose

ouuuuuuuuu
ouuuuuuuuuu
ouuuuuuuuuuuu
ouuuuuuuuuuuuu

El techo se resquebraja
cuando un amén se vocifera amenazante por una traquea sin grito

El ayer del mañana

Hoy... Un día casero, después de muchos días en improvisación, encendí la computadora me encontre con un email amargo por mi reciente indifirencia, con mensajes encrispados pretendía amonestarme. Después estuve leyendo lo que me corresponde para una evaluación en la universidad, es mañana ¿creo? ¿Ahora que hay? Aparte de una discusión secreta entre arañas y moscas en las afueras de mi azotea, un par de vecinos, no sé sí secreta la conversación, canosos comparando sus estriados testículos con los postulantes a la alcaldía de mi distrito (así es, se ríen con los hocicos sarrosos, con las manos laxas sobre sus bandullos, dicendo el de la cabeza más nivea: Acaso Castillo va a tener la mera conchudez de querer seguir calateándonos con sus tributos, Carajo prefiero seguir cargando con mis huevos)... Como intentaba decir, aparte no hay mucho: en la otra habitación mi sobrino tijerea un par de figuras de una revista, no pregunten cuál, mientras con mueca insignia e instruída en los recónditos comedores de mi casa responde a una pregunta de su tía: yo, yo, yo no voa cucharita. Mira, mira tiita, tí, un culito -se reía el travieso señalando y recortando la foto de una actriz, capaz del circo beat.

Con respecto a la persona ignorante de muchas cosas aún, ignora también cuál es el orden correcto del huevo y la gallina (y de por qué el profesor Jirafales nunca le dijo a Doña Florinda: Ya no quiero tomar una tasita porque me causa mucha molestía, pero yo quiero tomar su casita para aliviar mi ardiente molestía). Esta persona ahora no esta dispuesta a continuar jodiendo el teclado ya que quiere joder su vista con otras hojas. Hasta que me explique una vez más mi obvio deseo de seguir desperazándome entre estas letras nos encontraremos, está bien computadora.

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