<body><script type="text/javascript"> function setAttributeOnload(object, attribute, val) { if(window.addEventListener) { window.addEventListener('load', function(){ object[attribute] = val; }, false); } else { window.attachEvent('onload', function(){ object[attribute] = val; }); } } </script> <div id="navbar-iframe-container"></div> <script type="text/javascript" src="https://apis.google.com/js/platform.js"></script> <script type="text/javascript"> gapi.load("gapi.iframes:gapi.iframes.style.bubble", function() { if (gapi.iframes && gapi.iframes.getContext) { gapi.iframes.getContext().openChild({ url: 'https://www.blogger.com/navbar.g?targetBlogID\x3d30270598\x26blogName\x3dReminiscencias+de+todav%C3%ADa\x26publishMode\x3dPUBLISH_MODE_BLOGSPOT\x26navbarType\x3dBLACK\x26layoutType\x3dCLASSIC\x26searchRoot\x3dhttps://reminiscenciasdet.blogspot.com/search\x26blogLocale\x3des_PE\x26v\x3d2\x26homepageUrl\x3dhttp://reminiscenciasdet.blogspot.com/\x26vt\x3d5009187038930754104', where: document.getElementById("navbar-iframe-container"), id: "navbar-iframe" }); } }); </script>

Reminiscencias de todavía

Nunca hoy

Díselo a alguien









Recién ahora te veo atrás, en una cinta de blanco y negro. Miras el lente según converso o te miro conversar. La mayoría de estas primeras veces después de tantas penúltimas, nos concentramos en lo que decimos, jugarnos bromas, ponernos en contra. La película es de cine ciego. Hablamos mucho pero apenas nos vemos si seguimos conversando. Nuestros diálogos nos mantienen juntos. Las pocas sonrisas y otros gestos en silencio nos separan. Me quieres pero no me quieres. Te acercas pero te alejas. Te digo gorda pero te miro hermosa. Odio que camines lento pero deseo que no te muevas. Nada contradictorio, los dos en contra. Tú sin callarte, yo haciendo trampa, callado e intentando un momento hacer que mires el lente. No tengo nada que decirte. La verdad, tú tienes razón. Sí, amargan, buenos para nada. Pero nuevamente te escondes de mi lente, echas a perder otra sonrisa tuya. Y no, nunca, no tienes razón. Te estoy jodiendo. Jamás a tu favor. Aun así, contrariarnos parece seguir siendo un juego divertido.

Nunca te has visto cuando estás comiendo feliz. La experiencia la tiene todo el mundo excepto yo. Nadie está comiendo a tu lado más que yo. Nadie más es víctima del robo que haces de mis papas fritas, cuando ni siquiera has acabado las tuyas. Nunca verás una ladrona más asolapada en mi plato. Por cada diferencia de opiniones mientras comemos, te llevas ensalada y lo que haya de carnes. Aun así, no sé muy bien. Hasta dejas tus propias papas por veces y enérgica espetas que no es así ni asa. Me cuentas unas anécdotas. En tu trabajo, parece haber gente divertida. De mí, sacas historias que esperaba contarte hace tan solo unos días, quizá unas horas. Te ríes y me miras. Pena que ahora no me doy cuenta. Reclamas tus personajes debieron hacer esto y el otro. Contesto, vaya, sus casos están perdidos si supieran qué deben hacer todo el tiempo. No sabrían jamás elegir sino nada más obedecer y cumplir. Pensar que siempre defiendes la democracia. La situación parece ser la de jugar la lotería e ingenuamente saber desde un principio que perderás. También así, son divertidos y se ganan tu cariño, que te amargues. Aunque nadie te quiere molesta, todos te quieren como tú los quieras. Por ellos, me haces sonreír ahora que me haces llegar a una discusión sobre lógica. Cuando agotas mis papas y mi ejemplo sobre validez categórica, antes que molestarnos, nos sonreímos. Tus ojos imitan dos claros de luna reflejada en mi vaso de gaseosa. Como estos claros nunca son mejores que los que imagino en las mejores noches, tus ojos siempre fracasan y más bien son hermosos. No encuentro ojos que puedan ser iguales a los tuyos, aun aceptando que son parecidos a todos. Se parecen mucho a ti, diferente de todos pero parecida a todos. Ahora que eres una ladrona, tampoco tengo como denunciarte. Quiero mis papas fritas de vuelta. Pero nunca había visto ladrona de papas fritas más chiflada pero tan cuerda.

En esta parte del mundo, hay sabores amargos, ácidos, penosos, pero también, frescos, dulces, picantes y muy ricos. La gente suele compartir entre ella su alegría bailando, llevándola en el cuerpo. Cuando los cuerpos sonríen, no importa tener solo piernas izquierdas o derechas. De todos modos, te discrimino de entre todos. Contoneas el cuerpo con un sabor y alegría que a mí me gustaría ser el primer paladar saboreándolo. Tu cuerpo dice cosas que me gustaría escuchar tanto de lejos como cerca. Y nada que solo fuera en privado. Son cosas que todos pueden escuchar y leer en grupo. Compartimos todos un momento de alegría y juego. Veo que así lo haces desde un lado donde estamos. Te ves preciosa enseñando tu rostro más pueril y sugiriendo el más adulto. No lo sabes pero vengo decidiéndome por sacarte a bailar.

Pero la cinta no nos enseña siempre tan errantes. Hay las veces que te he grabado solo en audio. LLamarme es un buen ejercicio de servicio al cliente. Te oyes emocionada, exaltada. Te imagino hablando sola en la calle. Podrías golpear a todos los idiotas que te hacen pagar impuestos. Pero por suerte del mundo conversas conmigo. Total, el cliente siempre tiene la razón. Vamos, jamás la tengo. Mi opinión cuenta solo si estás interesada en la promoción. Hablas a raudales y rápido. Deberías trabajar en el noticiero de las mañanas. Pienso el problema. Pero a ti solo te interesa la solución. Pero no es primero el problema, casi pregunto. No, nada, imbécil. Bien, primero debe marcar el número uno si quiere acceder a nuestra tarifa especial; luego el dos para elegir la modalidad de la tarifa. ¿Qué? Me preguntas. El tres ahora para conocer los beneficios que no gozará más y ahora que se cambia a nuestra tarifa especial. Sueltas un alarido. Después el cuatro para recordarle las principales ventajas de nuestras otras tarifas, a las que no podrá acceder ahora que ya elige nuestra exclusiva tarifa especial. Traes cara de niña amarga ante la máquina de refrescos que se comió un par de tus monedas. Podrías patearle las bolas a un rinoceronte. Por último, marque el cinco para confirmar o el seis para cambiarse a una de nuestras nuevas tarifas, cuya inscripción solo le tomará cinco pasos gracias a nuestro moderno sistema de operador telefónico. Cuando el rinoceronte grita de dolor y deseos por haber nacido hembra, te calmas y me preguntas si la solución no es otro problema. La confirmo, este país de porquería no puede entenderse sin que hagamos algo por los demás, o sea, también nosotros. Contestas sabiéndote dulce. Y solo entonces comprendo más por qué hay que molestarse así, tener esta iniciativa. Le informamos usted ha sido premiado con un bono para hablar sin límites hasta que el Mundo se acabe, no hacer más cambio de tarifas e incluso cambiarse de empresa de telefonía móvil sin volver a escucharnos después que escuche la señal. Llegas a tu destino. Es hora de colgar.

Conozco tu rostro. A veces, mirándote en él, sé qué no me dices y estás pensando. Las hay muchas de las veces que confundo algunas de tus muecas y actúo como si no me dijeran nada cuando me dicen todo. Estas veces, has deseado que la tierra haga una excepción en su dieta diaria y me coma entero. Lamento que estés cansada. Donde inviertes energías, deberían premiarte con un viaje a casa en primera clase y sin hacer escalas. No así, empiezas a dormir durante el trayecto. Solo imagino tu rostro ya sin ningún gesto enternecerme de calidez, llenarme de ganas por que siempre sueñes encontrar todo el tiempo congelado, contigo haciendo todas las cosas que te gustaría hacer y nadie hace. Ahora que duermes, has de saber que tus indignaciones son los chispazos de luz más sorprendentes en mi cielo más nublado. Eres alguien que hace tanto como piensa y siente, la más inteligente entre todos, solo quien equilibra hacer estas cosas de muchas maneras. Ya casi despiertas. Aunque no sé filmarte estas veces, igual apareces. Ha de ser que por fin el viaje acaba.

Ir de un lado a ti caminando por la calle, tiene el inconveniente de no dejarme verte de lejos. Me gusta tu cuerpo y lo que traes puesto. Te ves práctica, muy de ir de un lado a otro. Así, esos pantalones te entallan. Quisiera ver contonearte y acercarte a mí. Ahora que lo haces, enfoco el lente en tu rostro. Ya cerca, solo me resta tocarte y oler tu cabello. Algunos cerezos, quizá unas almendras. Y todo nos ocurre jugando. Nuevamente me acerco pero te alejas. Alzas la mirada pero no tengo como mirarte ahora. Deberías alejarte pero dejas acercarme. No estamos bailando pero nos estamos rodeando. Si te sonrío ahora, mejor igualas los labios. Si alargo un brazo por tu cintura, te va perfecto caminar hacia atrás o de costado. No oyes nada entre nosotros cerca, pero decides decir cualquier cosa. Mejor oír algo entre nosotros que ver algo más. Ya más cerca a ti, he logrado el silencio, pero, increíblemente contra el juego, alzas tu mirada, me abrazas y tus labios comienzan por fin a diferenciarse. Veo tus dos inquietos ojos bajo esas grandes cejas, posarse en mí, verme con un amor tranquilo. Luego solo entonces me dices que yo no sea así y empiezas a irte. Veo alejarte y sonrío un poco. Por fin, puedo verte de lejos. Pero sé muy bien que nuestro juego puede molestarnos. Igual ese día me voy sin saber muy bien si otra vez te alejarás cuando yo me aleje.



Powered By

Powered By BloggerCreative Commons License