Pensamientos ajenos
Él es un presumido, resentido y engreído; no sé como puedo aguantarlo. Pero ni modo lo tengo por compañero en la clase de actualidad literaria y no puedo desestimar, pese a lo anteriormente señalado, su cautela para analizar los argumentos que nos corresponde a bordar. Esa clase me tiene atareada no sé como voy a salir de las rencillas internas que me provoca; además yo debí ir ido a ingeniería siempre quise estudiar las relaciones naturales de la materia con sus diferentes propiedades. Vapuleó desde hace mucho tiempo a un tipo que parece acosarme; no deja de mirarme en la clase de hermenéutica y, aun, siempre está presto a cualquier necesidad que yo tenga, claro como el de alguna herramienta didáctica. Seguir, posiblemente, la universidad hará determinar estas y otras inquietudes. Ahora estoy en busca de nuevos encuentros, de nuevas alegrías; entristecerme en algún rincon donde pueda llegar la luz y su vivacidad...
Noelia, así se llama ella, desde que está en mi la clase de hermenéutica no puedo dejar de asistir; pensar que la profesora de dicha asignatura me ha preguntado, muchas veces, sobre mi repentino interés ausente en las primeras semanas del semestre. Sus cabellos castaños parecen despotricar, sin límites, de los hermosos, y siempre jubilosos, ojos marrones a cualquiera de los otros ojos que quieran, pausadamente, mirar hacia ellos. He pensado varias veces, cada vez que pasan las dos horas de la asignatura, que podría aplicar la esencia del romanticismo para estudiar su ser y poder desbaratar cada virtud de su figura, su rostro y sus pensamientos. Ahora, me encuentro, reiteradamente, acoquinado en el individual, celosamente, rayano a ella; decidido ya a poder dirigirte la palabra...
Ese eduardo no deja de mirar a esa flaca, que la verdad esta hermosa; pero que aún descuida algunos aspectos del presuncioso majín que debe contener en esa cabecita, castaña, con la armonía de su belleza. Para mi lo más importante es no buscar bellezas, o pretender siquiera saber de sus existencias; total, prefiero que me encuentrean a mí. Además, hay muchas beldades disponibles en la facultad; no hay que ser muy demandantes y rigurosos en la búsqueda solo poseer paciencia, al menos la apropiada. La asignatura de Hermenéutica siempre me ha interesado, en magnitudes desproporcionadas; por lo que sigo con algarabía cada sesión que nuestro distinguido mentor dedica para apabullarnos acerca de Gutierrez o de Florez. La hermosura es una virtud, desgraciadamente, heredada y no ganada...
- Disculpa, lees a Moratín, acaso no es esa su última obra - Eduardo señalando el libro junto a su folder.
- No, la verdad es que no estoy interesada en ese autor; descuida no tengo interés en la literatura - Noelia, apartando la mirada de eduardo con un claro mohín adusto.
- Oe, edu, como que plancha quemada compadre - él, casi desmintiendo la aparente indiferencia por una sorna vertiginosa; ya con una sonrisa con los ojos elípticos de adorno.
Como pudo preguntarle tal cosa, ella, para mí, que va a ciencias contables o algo por el estilo; que risa por poco y terminó defecando toda forzada intervención a esa flaquita jaja.
Yo sabía que no era mirarla de esa manera; no debí ser más seguro, mucho más porfiado. No, nunca más tendré otra oportunidad. Inexorable, este es la última semana de clases, no?.
Como se atreve, jamás yo le hablaría; debe de tener en claro ese libro me lo pidió una amiga que no hace más que leer estos escritos aburridos de la vida. No tengo tiempo ni para ver mi reflejo en el espejo. Ya no puedo seguir en esta facultad con estos virulentos compañeros. Seguramente, únicamente quieren fornicar y después no quieren saber nada de alguna. Felizmente es la útlima clase; ya no tendré que lidiar con tanto infleliz el próximo ciclo troco de facultad.
A estos tres tipos que les pasa; pucha, no dejan escribir los apuntes. ¡Qué desperdicio!
Noelia, así se llama ella, desde que está en mi la clase de hermenéutica no puedo dejar de asistir; pensar que la profesora de dicha asignatura me ha preguntado, muchas veces, sobre mi repentino interés ausente en las primeras semanas del semestre. Sus cabellos castaños parecen despotricar, sin límites, de los hermosos, y siempre jubilosos, ojos marrones a cualquiera de los otros ojos que quieran, pausadamente, mirar hacia ellos. He pensado varias veces, cada vez que pasan las dos horas de la asignatura, que podría aplicar la esencia del romanticismo para estudiar su ser y poder desbaratar cada virtud de su figura, su rostro y sus pensamientos. Ahora, me encuentro, reiteradamente, acoquinado en el individual, celosamente, rayano a ella; decidido ya a poder dirigirte la palabra...
Ese eduardo no deja de mirar a esa flaca, que la verdad esta hermosa; pero que aún descuida algunos aspectos del presuncioso majín que debe contener en esa cabecita, castaña, con la armonía de su belleza. Para mi lo más importante es no buscar bellezas, o pretender siquiera saber de sus existencias; total, prefiero que me encuentrean a mí. Además, hay muchas beldades disponibles en la facultad; no hay que ser muy demandantes y rigurosos en la búsqueda solo poseer paciencia, al menos la apropiada. La asignatura de Hermenéutica siempre me ha interesado, en magnitudes desproporcionadas; por lo que sigo con algarabía cada sesión que nuestro distinguido mentor dedica para apabullarnos acerca de Gutierrez o de Florez. La hermosura es una virtud, desgraciadamente, heredada y no ganada...
- Disculpa, lees a Moratín, acaso no es esa su última obra - Eduardo señalando el libro junto a su folder.
- No, la verdad es que no estoy interesada en ese autor; descuida no tengo interés en la literatura - Noelia, apartando la mirada de eduardo con un claro mohín adusto.
- Oe, edu, como que plancha quemada compadre - él, casi desmintiendo la aparente indiferencia por una sorna vertiginosa; ya con una sonrisa con los ojos elípticos de adorno.
Como pudo preguntarle tal cosa, ella, para mí, que va a ciencias contables o algo por el estilo; que risa por poco y terminó defecando toda forzada intervención a esa flaquita jaja.
Yo sabía que no era mirarla de esa manera; no debí ser más seguro, mucho más porfiado. No, nunca más tendré otra oportunidad. Inexorable, este es la última semana de clases, no?.
Como se atreve, jamás yo le hablaría; debe de tener en claro ese libro me lo pidió una amiga que no hace más que leer estos escritos aburridos de la vida. No tengo tiempo ni para ver mi reflejo en el espejo. Ya no puedo seguir en esta facultad con estos virulentos compañeros. Seguramente, únicamente quieren fornicar y después no quieren saber nada de alguna. Felizmente es la útlima clase; ya no tendré que lidiar con tanto infleliz el próximo ciclo troco de facultad.
A estos tres tipos que les pasa; pucha, no dejan escribir los apuntes. ¡Qué desperdicio!
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